Una momia en América

Marta Torres

Publicado el 19 de noviembre de 2015; caduca en -1549 días

Dijo alguien en la presentación de «Momias y embalsamados» de Editorial Hermenaute que es posible recorrer la historia de los Estados Unidos a través de las correrías del cuerpo momificado de Elmer McCurdy, un forajido de medio pelo originario de Maine que murió fracasado y sin familia en Osage Hills (Oklahoma) y cuyo cadáver estuvo dando vueltas por Estados Unidos durante buena parte del siglo veinte a manos de aprovechados, timadores y todo tipo de individuos siniestros. McCurdy es, en cierto modo, una momia proletaria, aunque también es, en muchos sentidos, una momia cinematográfica. Representa el tipo de inmortalidad, entre sufrida y grotesca, a la que pueden aspirar los perdedores en el país que inventó el sueño americano y lo convirtió en celuloide. Una forma pervertida, es decir, muy americana, de dar la vuelta a la inmortalidad “histórica” que resulta de momificar a los grandes hombres. En este aspecto, McCurdy podría definirse también como la antítesis de Lenin.

Elmer McCurdy nació en Maine en enero de 1880 y marchó al salvaje oeste con la idea de emular a los mitos de la época: los forajidos. Sin embargo, su carrera como bandido fue una absoluta calamidad. Murió en 1911 en un tiroteo después de un desastroso asalto a un tren en el que consiguió robar 46 dólares. Su cuerpo acabó en la funeraria de un tal Johnson, que embalsamó el cadáver con arsénico. Nadie reclamó sus restos y su historia hubiera terminado en la trastienda de una funeraria si su dueño no hubiera demostrado un notable olfato para los negocios: la momia estaba en un excelente estado de conservación y era una metáfora excelente de un mundo de libertad y pistolas que ya se extinguía. Así que le disfrazó de forajido y le instaló en la tienda como reclamo. Pronto fue conocido como “el bandido embalsamado”, un título que casi avanza el western crepuscular que se impondría en el cine muchos años más tarde y que sugiere un recorrido vital (o mortal para el caso) asimilable al de muchos géneros cinematográficos, que va de la apariencia de vida a la celebración de lo grotesco. En todo caso, McCurdy había conseguido finalmente ser reconocido como mito del Lejano Oeste.

Pronto fue conocido como “el bandido embalsamado”, un título que casi avanza el western crepuscular que se impondría en el cine muchos años más tarde

A partir de aquí, la momia empezó una fulgurante carrera como artista de varietés en una feria ambulante, modelo para carteles cinematográficos, estatua en el «Museo del crimen» de Los Ángeles y después en un museo de cera, e incluso hay quien afirma que protagonizó algunas escenas en la película She Freak (1967), un trasunto de Freaks, la parada de los monstruos (1932), en clave exploitation. Lo cierto y probado es que el espécimen, ya seriamente deteriorado después de medio siglo en el mundo del espectáculo, acabó expuesto como ahorcado pintado de fósforo en una atracción de una feria de Long Beach en Los Ángeles. Era finales de los años setenta y nadie sospechaba su verdadera naturaleza, podríamos decir que la industria se lo había comido y lo había regurgitado como muñeco de cartón piedra, de forma similar a como el showbusiness transforma ideas en formas más o menos creativas de ganar dinero. En este sentido fue más que apropiado que fuera un operador quien redescubriese el cuerpo cuando la atracción se arrendó a la Universal para el rodaje de la serie de televisión El hombre de los seis millones de dólares. Era el año 1976 y McCurdy había pasado más tiempo en la tierra como cadáver ambulante que como ser humano.

Era el año 1976 y McCurdy había pasado más tiempo en la tierra como cadáver ambulante que como ser humano.

Su historia nos permite echar un vistazo a la América fascinada por las deformidades y la muerte. Resulta revelador, por ejemplo, como Mark Svenvold relaciona en su libro Elmer McCurdy: The Misadventures in Life and Afterlife Of An American Outlaw el caso del pobre forajido con el doctor Thomas Noguchi, conocido como el forense de Hollywood. El mismo médico que realizó las autopsias a Marilyn Monroe, Robert F. Kennedy, Sharon Tate, William Holden, Natalie Wood y John Belushi fue el encargado de escarbar en los restos cadavéricos de McCurdy y, acostumbrado a las casualidades imposibles de la meca del cine, fue quien puso sobre la pista a las autoridades al encontrar dentro de la momia una moneda de 1924 y una entrada para «El Museo del Crimen» en Los Ángeles. Resulta curioso que el forense que se encargó de muertes tan turbias y poco esclarecidas fuera el que devolvió la identidad a un pobre hombre nacido a finales del siglo XIX. McCurdy fue enterrado en 1977 en Oklahoma acompañado por una multitud de curiosos, a la manera de una estrella decadente de Sunset Boulevard.

Esta historia ha inspirado en parte el relato Papel Maché, de Luis Guallar en Momias y embalsamados. Se da la curiosa coincidencia de que nuestro ilustrador, Albert Rodríguez Modolell, momificó a Marilyn Monroe como un juego macabro para la portada sin saber que existía esta sutil conexión entre la actriz y la momia de una forajido del salvaje oeste.

Es posible recorrer la historia de los Estados Unidos a través de las correrías del cuerpo momificado de Elmer McCurdyTwitealo!

Libro recomendado:

Momias y embalsamados

Un paseo infernal por el desierto de Atacama, un embalsamador en un mundo postapocalíptico y su peculiar relación con una niña, la presencia de un extraño ser de brazos inertes en una misteriosa taberna de la Castilla, la odisea de un joven que empieza a trabajar en una terrorífica atracción de feria en Long Beach, un paciente amnésico que se enfrenta al psicoanálisis de un siniestro doctor, un periodista obsesionado por un asesino en serie y una expedición a las Black Hills en busca de un gigante amortajado. ¿Quién dijo que era imposible escribir siete relatos de momias y embalsamados sin maldiciones egipcias?

Marta Torres

Periodista en medios escritos y radiofónicos, especializada en antropología urbana, ciencia, tecnología y cine. Fundadora de Bdebarna, una web que reúne a exploradores de la ciudad de Barcelona y que lleva recopiladas más de 2.300 historias sobre la ciudad. Colaboradora en Judexfanzine.net.