Pero el mal y lo ominoso, también puede convertirse en metáfora de los conflictos bélicos, y ese tratamiento tan sugestivo es el que nos propone la cinta iraní Under the shadow (2016) de Babak Anvari. Con un arranque que puede llevar a engaño, esta cinta maneja con pulso excelente el conflicto de una madre abandonada con su hija en un bloque de edificios que intenta hacer vida normal de espaldas a una guerra cada vez más cruenta. Los bombardeos, los obligados encierros en el sótano a modo de refugio antiaéreo y toda suerte de peligros más allá de la verja del complejo conducen a la protagonista a caer en el sibilino territorio en que a fuerza de ignorar la cruenta realidad su universo pequeñoburgués se va haciendo añicos. La carga esotérica del relato se dispara cuando una bomba cae en el inmueble provocando un agujero colosal que puede leerse como un definitivo desgarro, e incluso una puerta a otro mundo. Mientras su hija pequeña comienza a tomar contacto con una ominosa presencia, nuestra heroína se enroca en la frivolidad cotidiana, en sus ejercicios de aeróbic ante el televisor, en un postrer intento por sentirse una mujer moderna, plena, a prueba de conflictos y aislada de una idea del mal que comienza a conformarse como un fantasma que conjuga, culpa, hastío y una barrera ancestral que anula su empoderamiento como mujer libre. La fábula no puede ser más ominosa y cruenta, en el filme de Anvari este recorrido subliminal por la caída de un ideal y de un modelo social acaba por mutar en un filme de horror que conjuga con eficacia el efectismo, las imágenes de la presencia o el visitante son aterradoras, y a su vez un pulso metafórico arrebatador; la imagen de ese portal al otro mundo, la brecha en el edificio, atravesada por la bomba intacta no pude más que recordarnos a una de las escenas más potentes de toda la filmografía de Guillermo del Toro, me refiero a El espinazo del Diablo (2001), su mejor filme de fantasmas, con la Guerra Civil, como trasfondo y protagonista implacable y ese proyectil sin explotar en medio del barrizal de un patio como elemento de suspense incontestable.
Esta suerte de moderna versión de La Caída de la Casa Usher contiene lo más sugestivo del cine de fantasmas asiático de las últimas décadas, desde los yurei de Hideo Nakata, Takashi Shimizu y Kiyoshi Kurosawa al cine de fantasmas tailandés que mostraron hace una década los realizadores Banjong Pisanthanakun o Nonzee Nimibutr. Pero hemos de advertir que la colisión entre un mundo a la deriva y la destrucción de una idea de la familia y la sociedad tiene mucho más peso en Under the shadow de lo que podemos intuir; estamos ante una cinta que plantea en tres tiempos muy definidos como crear un artilugio esotérico a partir de las mieses del realismo social y del melodrama da cariz más gótico e intimista. Su revelado del mundo de los vivos, de las alamas en pena (muertas, en tránsito o hacia el exilio) y de la tradición sofocada por las llamas del infierno en la tierra es tan poderoso que estremece, asusta, acongoja y persiste por tiempo en el espectador. Para muchos este filme de fantasmas que sondea el mal y su arrogante persistencia da para una tesis sobre cómo lo esotérico, lo ominoso y lo maligno impregna todas las capas de un retrato en constante fuego cruzado desde su inicio. Más cerca del Roman Polanski de La semilla del diablo (Rosemary's Baby, 1968) anda esta propuesta que de cualquier conjetura cinéfila exótico-arabista cargada de oportunismo estético; Under the shadow congela la sangre, eriza el vello y hace olisquear lo maligno. Para muchos, la mejor cinta vista en Sitges... Algo que podríamos firmar en un pack que también incluyera la ya citada The Neon Demon o la obra maestra de Kiyoshi Kurosawa, el mejor retratista moderno de lo fantasmal, y aquí cabe citar su filme gótico y felizmente afrancesado Daguerreotype (Le Secret de la chambre noire, 2016). A resaltar la sensacional actuación de la actriz Nargues Rashidi, el pulso de retratista de lo oculto apoyándose en la arquitectura y la atmósfera de B. Anvari. Una obra espléndida, perfecta y un tratado de las fantasmagorías abrasadoras que no nos atrevemos a confinar ni en la peor de nuestras pesadillas.
Volviendo a Under the shadow, nos ahorraremos cualquier comentario paternalista en alusión a su origen árabe, es una cinta pluscuamperfecta perpetrada por un cineasta que además coloca los tiros de cámara como si fuese un ‘no vivo’. Un agujero en el techo que nos ampara puede también ser una puerta al averno, tanto o más poderosa que cualquier conjetura lovecraftiana.