Bajo la catedral

Marta Torres

Publicado el 28 de febrero de 2018; caduca en -1421 días

La catedral de Ginebra es un edificio imponente, reformado y reformulado muchas veces, como atestigua la multitud de estilos arquitectónicos que atesora. Torres góticas, cuerpo románico y una puerta monumental de estilo clásico… en su interior se gestó el pensamiento calvinista en una sala bellamente esculpida en madera en la que los teólogos discutían los vericuetos de la Biblia, de hecho la catedral aún conserva la silla en la que solía sentarse Juan Calvino. La zona de culto no tiene altar y en su lugar destaca, elevado sobre el público, una tribuna de madera grande y recia. Las catedrales protestantes eran templos de la palabra, no lugares en los que convertir el vino en sangre o el pan en carne, idea que roza la magia y que repugnaba a un protestante de la época de la Reforma. No es una iglesia hermosa ni su nave central destaca por sus bellas proporciones. A cambio, guarda los secretos de un laberinto y alberga un misterio aún por resolver. Lo más interesante se encuentra arriba, en las alturas de sus cúpulas, arcos y tejados, y en las profundidades, muy por debajo de la cripta.

La catedral de Ginebra es un templo muy antiguo, bajo sus cimientos las excavaciones arqueológicas han desvelado edificios prerománicos y varias iglesias que datan de los primeros siglos del cristianismo. Una visita a las profundidades nos revela cómo ha ido cambiando el templo a lo largo de la historia: el primer edificio poseía un atrio, que ahora se encuentra bajo una plaza, y a su alrededor fueron edificándose otras construcciones, entre las que había un baptisterio, celdas monacales y otras iglesias, cada vez mayores, dedicadas a las enseñanzas eclesiásticas, el culto funerario y los sacramentos públicos. Si descendemos aún más, muy hondo entre los estratos, descubriremos los restos de un incendio y aún más abajo, la madera calcinada de un edificio anterior al cristianismo que protegía los despojos mortales de un hombre. Lo más probable, creen los historiadores, es que se trate de los restos de un templo de madera dedicado a honrar la sepultura de un cabecilla o un héroe local. Alguien suficientemente importante para ser recordado siglos después de su muerte, pero del cual se ha perdido el nombre y la historia. El esqueleto se conserva entero, enterrado en lo más hondo de la catedral, no han resistido el paso del tiempo ni sus ropas ni sus avíos, pero si quedan algunos detalles curiosos: cavaron alrededor de la tumba para recuperar su calavera, lo que denota la existencia de un culto a los muertos y confirma su ascendencia celta. También se conserva una estatua en madera de un cabecilla, seguramente el mismo personaje, encontrada cerca del lago Leman y posiblemente conservada tantos años gracias al fango de la ribera.

Si descendemos aún más, muy hondo entre los estratos, descubriremos los restos de un incendio y aún más abajo, la madera calcinada de un edificio anterior al cristianismo

Era con toda probabilidad un miembro de la tribu alóbrogue, que se extendía entre el río Ródano y el lago Leman de Ginebra. La primera referencia a esta tribu corresponde al historiador griego Polibio en 150-130 a. C. Los alóbrogues eran belicosos y controlaba el tránsito a través del Ródano y algunos pasos de los Alpes, lo que convirtió su enfrentamiento con los romanos en algo casi ineludible. Sin embargo, la dominación romana apenas cambió las cosas. Los restos siguieron protegidos y, con seguridad, venerados, y mucho tiempo después escogieron la ubicación de esa antiquísima tumba para construir una catedral cristiana. Es como poco inquietante imaginarse un plano secuencia que nos lleva de la sala de madera esculpida donde un joven Calvino de 26 años disertaba sobre la predestinación, hasta la tumba de un desconocido héroe celta, situado en las profundidades de la tierra. .

El esqueleto se conserva entero, enterrado en lo más hondo de la catedral, no han resistido el paso del tiempo ni sus ropas ni sus avíos, pero si quedan algunos detalles curiososTwitealo!

Marta Torres

Periodista en medios escritos y radiofónicos, especializada en antropología urbana, ciencia, tecnología y cine. Fundadora de Bdebarna, una web que reúne a exploradores de la ciudad de Barcelona y que lleva recopiladas más de 2.300 historias sobre la ciudad. Colaboradora en Judexfanzine.net.