¿De dónde viene esta relación de la Navidad con el exceso? Hay quien lo vincula a las fiestas de las Saturnales, igualmente excesivas, que celebraban los romanos a las puertas del solsticio de invierno en honor al dios Saturno. Esta fiesta de origen agrícola tenía lugar cuando ya habían acabado los trabajos en el campo y tenía muchos puntos de contacto con los actuales Navidad y Carnaval. La principal característica era que no había restricciones ni reglas, evocando un pasado dorado e «igualitario» que tuvo lugar en un pasado mítico y muy lejano. Un ejemplo, los esclavos podían dejar sus duros trabajos y sentarse a la mesa con sus dueños a la manera de las campañas de caridad franquista que retrató Berlanga en la película Plácido. Como es bien sabido, en los años cincuenta, el régimen franquista puso en marcha una campaña que bajo el lema «Siente un pobre a su mesa», quería promover, «en fechas tan señaladas», un sentimiento de caridad hacia los más necesitados. Era un ejemplo del que sería más tarde el conservadurismo compasivo, la ideología política que tomó forma más tarde en los Estados Unidos de George W. Bush.
Lo cierto es que Berlanga llevó el lema aún más lejos puesto que a la campaña «Siente un pobre a su mesa» unió la participación de unos artistas «venidos de la capital», la celebración de una jornada solidaria con patrocinios incluidos (ollas Cocinex) y una cuidada retransmisión radiofónica, a la manera de las maratones solidarias de hoy en día. A ello hay que añadir también las compras a plazos (Plácido no puede abonar a tiempo la primera letra de su motocarro), con lo que acaba por invocar la santísima trinidad navideña que ha pervivido hasta nuestros días: hipocresía, deuda y espectáculo.