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publicado el 17 de noviembre de 2011

Molins abre con éxito una nueva etapa como festival de largos


Cartell de les 16 hores de Molins

Marta Torres | The Orphan Killer, dirigida por el director estadounidense Matt Farnsworth y Terrirories, del realizador galo Olivier Abbou han sido los primeros filmes premiados en la primera competición oficial de largometrajes organizada por el Festival de Terror de Molins de Rei (Barcelona), Orphan Killer como mejor película y Territories como premio del público y premio al mejor realizador.

El Festival de cine de terror de Molins de Rei ha encarado una de las ediciones más importantes de su historia y no sólo porque ha cumplido 30 ediciones sino porque ha decidido celebrarlo, por primera vez, con el formato de festival y además de largometrajes. La apuesta tiene más importancia si añadimos que lo ha hecho en un contexto de grave crisis económica, con un mercado cinematográfico tocado, pero en un momento en que parece que el cine de terror tiene más público que nunca, el éxito de las entrañables 12 horas, que han sido marca de fábrica de Molins desde sus inicios, lo demuestra.

Fue una idea atrevida ya desde sus inicios. La propuesta nació de un grupo de personas que se reunian periódicamente en esta pequeña localidad cercana a Barcelona para hablar de cine. Explica uno de sus fundadores, Joan Domènech, que la idea surgió en 1973 como el “malsueño de una noche de verano: una maratón de terror, 16 horas seguidas de cine”. Era una idea insólita por esas fechas, más abocadas a las películas de connotaciones políticas o sociales. Los organizadores se conocían por las sesiones de Cineforum que se organizaban en el pequeño cine de la Peni, que acabaría siendo la sede del festival.

Al éxito de la iniciativa contribuyó también la revolución cinematográfica que se vivió en la década de los setenta, los grandes estudios y su política de cine industrial hacían aguas y con ello, el precario equilibrio de fórmulas que pretendían casar el compromiso personal con los criterios comerciales y cuyos máximos exponentes en terror fueron la Hammer o las producciones de Roger Corman. Las producciones manieristas y el cartón piedra no tenían demasiado que ver con el escenario gris y desencantado que dejó la crisis del petroleo. Venían épocas más oscuras, marcadas también por la desocupación y la falta de espectativas, y el terror tomó formas más prosaicas y realistas, el mal estaba en el mundo. Así surgieron nuevos autores, en cierta manera más radicales, como Wes Craven, Tobe Hopper, George A. Romero, David Cronenberg o Larry Cohen. Molins vivió este canvio en primera persona, primero en el formato de 16 horas y luego en el de 12 horas y finalmente en 1979 ya eran varios cines de la localidad los que se habían unido a la aventura.


Sol·licitut per recuperar el festival

Joan Domènech explica que el sueño funcionó bien hasta los años 90, en que el grupo que lo organizaba se encalló. “Quizá nos falló la ilusión, las ganas, la familia, el relevo generacional...”.

El relevo llegó con el canvio de milenio, cuando el equipo actual, liderado por Roger Sàbat Galceran, solicitó al ayuntamiento recuperar la mítica maratón. La primera edición de esta nueva época llegó en el año 2001 y desde entonces, el festival no ha hecho más que crecer.


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