publicado el 7 de mayo de 2012
El festival D’A de cine de autor de Barcelona cerró este domingo una segunda edición portentosa por madura y consolidada, con un gran nivel artístico y una más que sorprendente recepción por parte del público, que abarrotó las salas de proyección de los cines Aribao Club donde se hacía la muestra. No se trata sólo de la percepción de esta cronista, los datos del festival hablan de un 30 por ciento de incremento y un balance final de casi 10.000 espectadores. Toda una buena noticia si recordamos la edición anterior, mucho más floja en títulos y en ambiciones.
El premio del público fue para el film portugués Sangue do meu sangue de João Canijo, ganadora también del premio de la crítica en el Festival de San Sebastián 2011. El filme, que no tiene aún distribución comercial en nuestro país, está ambientado en un barrio de clase obrera en los bordes de Lisboa, donde una madre soltera lucha por dar a sus hijos un futuro mejor. La película destaca por un sabio uso del plano secuencia y de la profundidad de campo. La cámara va siguiendo a los personajes en su deambular por la casa lo que permite seguir varias acciones simultaneas. El resultado es de un realismo absoluto.
El segundo filme preferido por el público es L’Apollonide de Bertrand Bonello (Francia, 2011), una película hermosa y terrible a la vez que nos sumerge en un burdel del siglo XIX, donde conviven el lujo y la esclavitud, la belleza y la humillación. También ha gustado Amanecidos, de los jóvenes directores catalanes Yonay Boix y Pol Aregall, y Weekend de Andrew Haigh (Reino Unido, 2011).
Del festival también destacó The Deep Blue Sea, una joya del director inglés Terence Davies, protagonizado por una Rachel Weisz con aires a melodrama de Douglas Sirk. Recuerdos, fantasmas, amor fatal y una gran banda sonora. También destacó Bullhead, un thriller sobre una red de engorde ilegal de ganado que destaca por su poderosa puesta en escena y su violenta fatalidad. La dirige un director debutante, Michael R. Roskam, o Walk Away Renee! Donde Jonathan Caouette vuelve a mostrarnos las posibilidades del video doméstico.
La película también proyectó el último filme de Johnnie To, A life without principle, una película de espíritu cercano a la picaresca y de construcción coral que utiliza a la crisis económica de motor de la acción para construir un puzzle narrativo sobre la inmoralidad y la avaricia.
La decepción del festival, al menos para esta cronista, fue Diamond Flash, de Carlos Vermut, un filme inflado por las expectativas que consiguió llenar la sala a golpe de boca oreja y redes sociales. La película parte de una buena idea, no lo negamos, pero el desarrollo es flojo, alargado y formalista, además de abusar sin pudor de la referencia pulpera y generacional para enganchar al espectador treintañero. No basta con aludir a Muchachada Nui o a los superhéroes para invocar su espíritu y llenar una película, en el fondo, vacía.
La muestra incluye una retrospectiva dedicada a Claire Denis, realizada con la colaboración de la Filmoteca de Catalunya, que se alargará hasta el día 17 de mayo y después el ciclo viajará a la Filmoteca Española en Madrid donde se exhibirá entre el 16 y el 31 de mayo.