boto

festivales

publicado el 5 de noviembre de 2012

Molins encumbra el terror más arriesgado y visceral

Sábado por la noche en Molins de Rei, un pequeño pueblo cercano a Barcelona. Está a punto de empezar la maratón de las 12 horas de terror y la entrada al pequeño teatro de La Peni está colapsada. Se respira cierta ansiedad y una cierta alegría contenida. El Festival de Cine de Terror de Molins de Rei cierra esta noche buena parte de su programación con la sensación de haber hecho los deberes. La sala se ha llenado y ha habido público suficiente incluso entre semana. Falta poco para que anuncien al ganador de la segunda edición del certamen de largometrajes. En unos minutos dirán que Thanatomorphose, del quebequense Éric Falardeau, es el justo ganador de una edición que ha contado con muy buen cine de terror internacional y la presencia de algunos directores y actrices.

Marta Torres | Thanatomorphose es un filme muy arriesgado de terror escatológico y sexo carnal, que no romántico. Al jurado que la premió le gustaron mucho las sensaciones que despierta la película, viscerales y hasta repulsivas pero rodadas con un aplomo difícil de ver en directores tan jóvenes. La película trata sobre una joven que descubre un buen día que su cuerpo se está pudriendo poco a poco. La mejor dirección fue para Modus anomali, un filme indonesio dirigido por Joko Anwar que tiene un problema fundamental: está rodada en inglés lo que no realza precisamente las actuaciones, forzadas y antinaturales.

Otra propuesta interesante del festival, que también ha podido verse en Sitges, es Excision (Richard Bates Jr.), un filme no exactamente de género que habla de la soledad adolescente de una manera un tanto distinta. Una chica, nacida en el seno de una familia católica y con una relación difícil con su madre (Tracy Lords, premio a la mejor actriz ex aequo) escapa a sus problemas a través de su pasión por la sangre y la cirugía.

En la programación ha habido también otras propuestas a destacar, como Crawl, de Paul China, un filme que tiene algo del espíritu de Fargo, de los hermanos Coen, sobre una camarera en un pequeño pueblo a quien un asesino en serie echa a perder sus planes de matrimonio. Devoured, por su parte, es un correcto filme de terror destacable sobretodo por la actuación de su protagonista, la madrileña Marta Milans, que fue premiada como mejor actriz. Masks de Andreas Marschall, por su parte, es un buen homenaje al giallo, y a Suspiria de Dario Argento en particular, que mantiene el tono hasta la mitad del metraje.

El apartado de las decepciones lo encabeza Dunderland (Nils J. Nesse y Finn-Erik Rognan), el filme que nos tenía que traer el terror noruego ha resultado ser flojo y frío en el peor sentido del término. Lo mismo ha sucedido con I am bad de David Rackoff, una película que debía ponerse en la cabeza de un serial killer que sólo destaca por la banda sonora. Zombibi (Martijn Smits y Erwin van den Eshof), por su parte, es una copia floja de Shaun of the dead, en la que brilla, eso sí, el actor protagonista, que también consiguió premio.

Consolidar la semana

“Si tardamos 7 años en consolidar las doce horas de terror, no tenemos prisa por consolidar la semana”, explica Roger Sàbat Galceran, director del Festival de Cine de Terror de Molins de Rei, que, en su 31 edición, lucha por ir más allá de la maratón de filmes de terror que se hace tradicionalmente la noche del sábado para crear un proyecto más ambicioso y competitivo: crear un festival de una semana de duración, con un certamen internacional de largometrajes, retrospectivas, presentaciones, cortos y todo lo que un festival de terror pueda desear. Por ahora, la sección de cortometrajes y las 12 horas de cine de terror son las que más llenan las salas, pero tanto las proyecciones de películas como la retrospectiva, dedicada al origen del cine de terror, con títulos como El fantasma de la ópera, Vampyr o Garras humanas, han conseguido atraer público a las salas.


archivo