publicado el 16 de diciembre de 2014
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A chien andalou |
Se acerca otra vez el Solsticio de invierno y con él la celebración de El día más corto, dedicado a la difusión de los cortometrajes como formato, género y hasta filosofía del cine. La fiesta se celebra en buena parte de Europa i en Canadá y consiste básicamente en habilitar espacios donde proyectar cortos de todo género y estilo.
El cortometraje, ahora olvidado por las televisiones y alejado del circuito usual de distribución comercial, fue en su día un género comercial respetado por el público y la industria. Las primeras proyecciones de los hermanos Lumiere eran cortos, y cortometrajes también son algunas de las obras más hermosas de la historia del cine, Viaje a la Luna (1902, George Méliès) o A chien andalou (1929, Luis Buñuel). Hasta el año 1920, el corto convivía con el largometraje sin problemas, ya que ambos formatos ofrecían cosas distintas al espectador. Si el largometraje era territorio para la épica y las grandes historias, el cortometraje se especializó en comedias y filmes de serie B. Ambos tenían su distribución en los cines y las sesiones solían incluir tanto cortos como largos. Además, los cortometrajes fueron el origen de los seriales, pues pronto las productoras descubrieron con podían actuar como capítulos de corta duración de historias más complejas o protagonizadas por los mismos personajes. De esta forma nacieron los seriales cómicos de Charles Chaplin o Oliver & Hardy, entre otros, y se puso la semilla de lo que más adelante sería la sitcom televisiva. El cortometraje tenía entre sus ventajas la facultad de multiplicarse fácilmente. La animación, por otra parte, también tiene sus orígenes en el cortometraje, así como los noticiarios.
El romance del corto con los cines terminó con la Gran Depresión, que puso de moda los programas dobles de largometrajes, lo que a la larga significó el ocaso comercial de los cortos. En los años 50, la televisión acabó por arrinconar el corto hacia el mundo underground del activismo cinematográfico.
Actualmente, parece que las cosas pueden volver a cambiar, hacer un corto está al alcance de cualquier director con ideas ya que la digitalización del cine ha abaratado enormemente los costes, mientras que su naturaleza manejable los convierte en un formato óptimo para probar nuevos temas y lenguajes. Además, su corta duración se adapta perfectamente al modelo de distribución de Internet e incluso a las nuevas pantallas móviles. Por otra parte, hay más festivales que nunca, si bien continúan siendo los grandes ignorados en los circuitos usuales: salas de cine y televisión.
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