publicado el 6 de noviembre de 2007
Juan Carlos Matilla | Salvo algún caso aislado, las letras hispanas nunca han sido un territorio fértil para el género policíaco conocido como true crime. Si bien, la tradición literaria anglosajona ha tratado el relato criminal verídico como toda una institución de la narrativa negra, lo cierto es que en España este tipo de narración nunca ha interesado demasiado al público lector más allá de los entusiastas de las crónicas de sucesos y los rotativos sensacionalistas. De hecho, si hiciéramos un repaso a los títulos criminológicos que se han editado en nuestro país en los últimos años, nos costaría encontrar libros de verdadera enjundia al margen de ciertas traducciones porque, no nos engañemos, el true crime en España siempre ha sido pasto de periodistas tremendistas y cronistas de trazo grueso. Pero, afortunadamente, esto ha ido cambiando en los últimos meses y, en la actualidad, podemos encontrar un relativo boom del género en nuestras librerías, quizás a rebufo de ciertas modas televisivas y cinematográficas que, gracias a series como CSI o Sin rastro y a filmes protagonizados por psicópatas, han sembrado el gusto por las narraciones que exploran los comportamientos de los criminales. Por eso, cada vez son más los títulos de true crime excelentes que se pueden hallar en el mercado, ya sean libros de autores hispanos o traducciones de escritores extranjeros. Entre estos últimos, me gustaría destacar el soberbio El hombre de hielo. Confesiones de un asesino a sueldo de la mafia, escrito por el estadounidense Philip Carlo, autor de uno de los títulos de referencia del género, The Night Stalker, obra que giraba en torno a la figura del siniestro asesino en serie de la década de 1980, Richard Ramírez.
En su último libro, Carlo narra la terrible historia del asesino estadounidense, Richard Kuklinski, bautizado por la prensa como “el hombre de hielo”, un sociópata que dio rienda suelta a su sadismo gracias a su papel de asesino a sueldo de la mafia neoyorquina. Capturado en 1986, las autoridades policiales relacionaron a Kuklinski con la muerte de 5 personas aunque el propio arrestado confesó el asesinato de más de 100 (como siempre pasa en estos casos, la cifra real nunca podrá ser esclarecida). En la década de 1990, Kuklinski fue protagonista de una serie de documentales de la cadena HBO en las que narró, con un gran distanciamiento emocional, sus particulares y sádicas formas de asesinar a sus victimas, algo que consternó a gran parte de la audiencia estadounidense. Finalmente, Kuklinski falleció por causas desconocidas en la cárcel de Trenton, en el estado de Nueva Jersey, en marzo de 2006.
El libro de Carlo destaca por varias razones: como retrato de la ética que impera en los círculos mafiosos (o mejor habría que hablar de su ausencia), como descripción de los motivos ocultos y terribles que rigen la mente criminal, como trabajo periodístico de gran rigor y, sobre todo, como muestra del enorme compromiso moral del autor que rechaza el tratamiento objetivo y frío para adentrase en terrenos más personales y subjetivos. Como en la mayor parte de títulos de referencia del true crime (como, por ejemplo, El adversario de Emmanuel Carrère o Felices como asesinos de Gordon Burn), Carlo no pretende confeccionar una crónica de sucesos al uso sino enfrentar sus propia individualidad frente a unos hechos terribles que, a pesar de su crudeza, no pueden dejar de ser referenciados y reflexionados por la sociedad. Así, el motivo criminal en El hombre de hielo. Confesiones de un asesino a sueldo de la mafia funciona como un material de partida desde el que desarrollar un denso y excelso tratado sobre la indefensión del ser humano ante tragedias tan terribles como la odisea de Richard Kuklinski. De ahí emana la humanidad y calidez del relato, en el humilde desamparo de un autor que pretende entender y esclarecer el mal más absoluto pero que se encuentra con la imposibilidad de llevarlo a cabo. En resumen, un libro absolutamente recomendable que no debería pasar desapercibido a ningún lector inquieto.