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publicado el 9 de junio de 2008

Entrevista a Peter Greenaway:

Lluís Rueda |

'El zaping mató a la estrella de cine’

El cuadro 'la ronda de noche' de Rembrandt que se encuentra en el Rijksmuseum (Ámsterdam) sirve de inspiración al realizador británico Peter Greenaway para acercarse a la figura del famoso pintor y crear un 'thriller' a partir de sus enigmáticas figuras. Para Greenaway el cine adolece y nadie arriesga, pero él sigue dando vida a sus particulares 'tableux vivants' con la ceremoniosidad del imperturbable autor obsesionado por los números, los objetos, los volúmenes y la luz (¿pintor?, ¿cineasta?). Charlamos con él acerca del cine, ese universo en desintegración, según su diagnóstico, pero que parece tener más vida que la via láctea. Greenaway sigue tirando dardos, y bajo su exquisita amabilidad aparece cierta impostura, tan pronto critica el cine (la industria) como loa su mecánica creativa desde la individualidad. Acaso lo que intenta decirnos es que lo que ha muerto es un tipo de cine, una manera de entender el arte. Quizá, como él apunta con cierta socarronería, seamos víctimas de una ceguera colectiva.

Su último filme, 'La ronda de noche', hace constantes alusiones a la ceguera y al arte como un negocio. ¿Hay en ese enfoque una crítica explícita a la industria cinematográfica?

Sí, de hecho este tipo de ecuaciones siempre han funcionado: amor versus sexo, dinero versus arte. Es un tipo de metáfora que he querido explotar mucho en la película. En cuanto a la ceguera no es lo mismo ver que mirar (sonríe con complicidad crítica), y sí, en la cinta se trata mucho el asunto de ver en la oscuridad, incluso del miedo a que te rasguen los ojos. Ese es un punto muy importante en La ronda de noche que he querido destacar.

¿Se siente usted un pintor metido a cineasta?

En cierto modo sí. En alguna declaración previa he hecho este tipo de paralelismos… Creo que el cine no lo inventaron los hermanos Lumière, sino genios de la pintura como Rembrandt. Ningún cineasta ha sabido captar las posibilidades de la luz como los grandes maestros de la pintura. En mis películas la luz es un elemento muy importante.

Es usted un realizador muy visual…

La narrativa es para los libros y el diálogo puede ser secundario, el cine no necesita cadenas innecesarias. Como creador de imágenes no estoy interesado en ilustrar textos. Procuro que mis películas sean universos expresivos y por tanto ofrezcan al espectador sensaciones. La escuela de pintura holandesa es un ejemplo de ese poder evocador de la imagen.

Hollywood basa toda su filosofía cinematográfica en la novela psicológica del siglo XIX y, por contra, yo creo que hay más campos del arte a explorar. Intento buscar en esa gran enciclopedia que nos legó la ilustración.

He leído que compara a Fellini con Velázquez y a Pasolini con Caravaggio

Y a Rembrandt con todo Hollywood. 'La ronda de noche' es un cuadro que esconde un guión. Explica una historia fascinante y deja al descubierto una intriga criminal… yo he tirado del hilo y si bien no puedo probar ese hecho criminal bien es cierto que nadie puede refutar que pudo haber existido una trama parecida.

En su opinión el cine murió en 1983 cuando se presentó el mando a distancia de la TV, sin embargo, usted se esfuerza por reinventarlo en cada una de sus películas. ¿Sigue creyendo que la cinematografía es una causa perdida?

Bueno, sí, parece que esta reflexión tiene ciertas contradicciones por la forma como has formulado la pregunta. Pero la gente importante en ocasiones cae en contradicciones.

Pero, veamos, voy a extenderme más en la respuesta: creo que el cine es un medio extraordinario con muchas posibilidades, el problema es que la mayoría de los directores ni siquiera lo intentan. El cine que hoy se realiza podría considerarse como una serie de secuencias de escenas de cama para adultos, es predecible, sabes que va ha ocurrir cada cinco minutos. El espectador de hoy no está sujeto a sorpresas, el cine convencional no aporta nada. Por suerte, este tipo de historias suelen durar poco más de cien años, o incluso menos, los soportes envejecen, los géneros mueren y se renuevan. En concreto las tecnologías tienen un ciclo de unas tres generaciones.

Pero el cine continúa vivo…

El cine está gastado, necesita una regeneración. La situación de la industria es tan descomunal respecto a la salud del cine, que se diría un enorme mazo dispuesto a golpear una y otra vez contra una pequeña nuez. De hecho el cine es ago muy pasado de moda. En La ronda de noche vemos una definición del actor que creo es muy adecuada: un personaje que ha sido entrenado para ver cosas que no son, para fingir…

Según usted, miramos a otro lado a sabiendas.

Llevo diciendo lo mismo desde 1992, el cine como lo conocemos, con la gran sala, desaparecerá porque todos tenemos esto en el bolsillo.

(Mr. Greenaway saca un teléfono móvil)

Vemos que tiene su pantallita, sus botoncitos y, es cierto, necesita de un proceso de adaptación, pero aporta unas ventajas que el cine no tiene. Con esto puedo llamar a mis amigos de Shangai, Singapur y San Francisco además de consultar historias de diferente índole. Es más ventajoso, tiene más prestaciones y puede cubrir cualquier necesidad de ocio. En la historia del cine hay tres momentos completamente importantes, tres instantes que le han invitado a reformularse definitivamente.

¿Puede detallarme esos momentos clave?

Desde luego, primero fue la invención de la televisión, después la invención del mando a distancia y, tercero, la eclosión de Youtube en internet. Esos fueron, a mi modo de entender, los tres puntos de inflexión.

Dado su gusto por aplicar una aritmética similar a la de la pintura en sus obras cinematográficas ¿Se considera usted el último cineasta barroco que existe?

Bien, en el mundo actual hay tantos matices, tantos colores, tantas formas y tantas ideas interesantes que podemos extraer de internet… Todos somos muy eclécticos hoy en día porque escogemos de aquí y de allá aquello que nos interesa. Si esto es la definición de barroco, entonces todos somos barrocos, el hombre moderno es barroco.


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