publicado el 29 de julio de 2008
Lluís Rueda | BIENVENDO SEA ESTE ESPLÉNDIDO ENSAYO que aborda la figura el cineasta mallorquín Agustí Villaronga sin caer en tópicos manidos. El perfil humano, entramado a partir de paisajes cinematográficos, particularidades discusivas y retazos froidianos, en la voz de Pilar Pedraza, conforman un ensayo que casi se aproxima al detalle al vasto universo villaronguiano. El Autor, comparado con Lynch o Cronenberg de manera sistemática y harto peregrina, es el más inspirado de nuestros realizadores en activo y acaso el más brillante, también el más injustamente olvidado. Sus historias carnales y poéticas, su estilización de lo siniestro son tan solo algunas de sus constantes más reconocibles… Tal y como apunta P. Pedraza, en pocas ocasiones la crítica ha sabido leer más allá de cierta provocación que queda en la superficie de sus filmes y de la que se sirve el realizador para construir un cine de la emoción, la maldad y el destino esquivo. Filmes como ‘Tras el Cristal’ o ‘El Mar’, sus obras más inquietantes y polémicas, se caracterizan por una constante trasgresión de la mirada cinematográfica, una reeducación del espectador… que no siempre es aséptica. El lector afín al fantástico (en su más generosa interpretación) conoce esa pulsión que genera lo incomodo y lo indigesto, pero sabe que de esa necesidad de deconstruir las bajas pasiones del ser humano nacen las mejores historias. Un mundo de niños peligrosos y autónomos, de pedófilos nazis, de amantes con el alma y el cuerpo en decadencia, mujeres que arbitran ante la violencia y asienten, mellizos que conforman un único yo, disgregado sexualmente e incompleto; manifestaciones esotéricas que son llagas de un mal profundo y antiguo como el mundo… Son lugares comunes y personajes inolvidables que han servido para que Villaronga fomentara una carrera única y acabara por ser un extranjero en un país que aún no a despertado de una transición autocomplaciente y sigue acogiéndose al sainete como única identidad posible.
Pilar Pedraza, una escritora que es, al igual que el Villaronga guionista y cineasta, diferente y superlativa, guarda un equilibrio encomiable entre la sustancia y el caos milimétrico del universo villaronguiano hasta el punto que, en ocasiones, la empatía hace que este texto sea una declaración de principios necesaria e imprescindible. Este libro invita a volver sobre los pasos de una cinematografía, si bien no muy generosa, única y esporádica en su naturaleza. Fuera de España es posible un cineasta que coquetee con los géneros más populares y luego trascienda con una mirada más ambiciosa sin renunciar a cierta concepción de lo grotesco o lo lascivo, aquí, sin embargo, es una anomalía a extirpar. Esta suerte de José Luís Guerín mutado a Michael Powell ha nacido en una
Isla equivocada y pertenece a una estirpe recelosa, solo el alcance de su arte puede redimirnos de la estupidez mundana y como Fellini, Bergman o Buñuel mostrarnos algo que quizá estaba ahí, latente como un tumor desconocido, y nos da rubor revelar. Como bien apunta Pilar Pedraza ‘En el cine de Villaronga el mal es contagioso, no como ideología, sino como una enfermedad.’
Este ensayo, reitero, imprescindible, propone un repaso a la obra del autor mallorquín que va desde cortometrajes como 'Anta Mujer' a filmes menos populares como 'El pasajero clandestino', sin obviar obras capitales como las ya citadas o 'El niño de la luna', '99.9' o 'Aro Tobulkhin'.