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publicado el 7 de enero de 2009

Pérez Giner: "El productor se ha convertido en un señor que pide limosna"

Marta Torres | Si buscas "Pérez Giner" en Internet Movie Database encuentras más de 60 películas en las que ha trabajado como productor o productor ejecutivo (más de 100 si consultas su página web) Títulos como La noche Walpurgis de Leon Klimovsky, La noche del terror ciego de Amando de Ossorio, Los ojos azules de la muñeca rota y El espanto surge de la tumba de Carlos Aured, junto con nombres como Paul Naschy, nos evocan una época de cine de terror de cartón piedra y aires góticos que desafiaron el autarquismo franquista y llenaron las dobles sesiones de los cine de Centroeuropa y Japón. Era una época de coproducciones, cine fantástico con vocación comercial que necesitaba de la dedicación apasionada de todos los que se dedicaron a su producción. Pérez Giner construyó una pequeña Hammer barcelonesa con sangre artificial y mucha imaginación. A pesar de que Giner ha producido desde entonces muchas películas, algunas tan importantes como La muchacha de las bragas de oro, de Vicente Aranda, Monos como Becky, del fallecido Joaquim Jordà o Fotos, de Elio Quiroga, recuerda aún esa época con nostalgia. El festival de Sitges le acaba de premiar por su carrera. En el momento en que hicimos esta entrevista, faltaban pocos días para que empezara el festival. La Generalitat de Cataluña había organizado un encuentro para presentar a la prensa las producciones catalanas que participaban en Sitges. Pérez Giner nos esperaba en una butaca del hotel de la calle Bergara donde se organizó el evento.


Señor Perez Giner, le dan el premio honorífico en Sitges por su carrera como productor de cine de género, ¿cómo recuerda esa época?

Fue una época espléndida. Recuerdo que esas películas se vendían en todo el mundo. Se hacían en inglés, sin saber inglés los actores. Hacían un inglés macarrónico y extraño para tener los labiales para cuando los doblaran al inglés. Recuerdo que Paul Naschy, por ejemplo, hablaba un inglés mínimo: aprendía los diálogos y después le doblaban. Se vendían en todo el mundo. Había películas que se vendían a 35 y hasta 40 países. Eran películas de Serie B, como la Hammer, a quien nosotros tratamos de imitar e hicimos terror, ciencia ficción… la película que se pasa en el festival, Exorcismo, recuerdo que en 30 o 40 plazas me llamaron los de la Warner, enfadados, porque se había pasado Exorcismo y no querían pasar El Exorcista, porque consideraban que ya habían pasado la película. Tuvimos dos años en exclusiva a Paul Naschi e hicimos Tarzanes… fue una época muy maja.

¿Qué película recuerda con más cariño?

Hombre… yo recuerdo la primera que hice, cuando era director de producción, antes de Profilmes. Fue La noche de Walpurgis, una producción que fue muy bien. Recuerdo también las películas de Amando de Ossorio, de Miquel Iglesias, que se hacía llamar con pseudónimo para parecer americano y recuerdo a Paul Naschy, que es un hombre más reconocido en el extranjero que en España. Las enciclopedias americanas le dedican más espacio que a Berlanga o a Bardem…

¿No cree que toda esa producción está ahora un poco olvidada oficialmente?

Son películas antiguas. El sistema ha cambiado, ahora hay efectos digitales y me da terror volver a ver Exorcismo, que no la he visto desde hace 20 años porque parecerá una película antigua. Pero una película tierna, con un perro que recuerdo que era muy divertido el guardia civil que lo llevaba, que no hablaba una palabra de catalán pero tenia que hablarle al perro en catalán porque le había amaestrado un señor en esta lengua.

¿De dónde se sacaba el dinero?

¡Uy! En esa época se jugaba uno el dinero como productor y las cosas iban bien… porque después iban bien las películas. Hoy en día el productor se ha convertido en un señor que pide limosna: subvenciones, derechos de televisión… En esa época uno hacía la película y se la jugaba… En esa época hice cinco tarzanes, y uno que hice en coproducción con Madrid, que no controlé personalmente, me lo devolvieron porque era muy malo.

Usted dijo en una entrevista que las localizaciones y los actores las deciden las Comunidades Autónomas que ponen el dinero, ¿es eso cierto?

Eso es una verdad grave… incluso un productor como Elias Querejeta, a quien admiro mucho, hizo Los lunes al sol en Galicia porque le dieron la subvención allí, cuando el lo quería hacer en el País Vasco… Se puede llegar a hacer una película de terror y de brujas en Sevilla, en lugar de en Galicia, por ejemplo.

¿De dónde salían las ideas para los argumentos?

La idea de todas las películas de Paul Naschy la traía él mismo. Era muy divertido porque entraron unos guionistas alemanes y les despidieron porque en la primera escena situaban a Drácula en una cama medieval y Drácula no podía dormir en una cama, tenía que dormir en un ataúd siempre… Los tópicos funcionaban y creo que aún funcionan

¿Problemas con la censura?

Sí… hacíamos dos versiones, una para España y otra para el extranjero. Ahora sería ridículo y se clasificaría para todos los públicos pero en aquella época era imposible que apareciera un desnudo.

¿Cree que ahora hay menos libertad para hacer películas de este género?

Yo creo que en este momento hay menos libertad porque decide cómo ha de ser la película el señor que compra los derechos de televisión o el señor que da una subvención. En aquella época decidía el productor. Yo he oído como un productor decía: Tengo cubierta la película gracias a tal televisión o a la subvención… y yo le he preguntado “¿qué tal está?” y me ha contestado, "no lo sé, pero está cubierta"… es triste

¿Qué opina de cómo está ahora el cine español en cuanto a salas, exhibiciones, apoyo del público…?

Yo creo que hay un peligro enorme del que todo el mundo habla relativamente que es la piratería. Las películas salen y en una semana están en la calle y en Internet. Y a la gente le gusta robar los derechos de autor. Aunque pusieran los precios a 10 céntimos, la gente la piratearía gratis… desafortunadamente yo siempre he sido muy de izquierdas y no he estado nunca a favor de la policía pero creo que el Ministerio del Interior deberían arreglar la situación y las compañías telefónicas deberían quitar la línea a quienes piratean porque esto es el final del cine, no ya en España sino en el mundo.


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