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publicado el 4 de marzo de 2009

Pupi Avati: "El terror es muy educativo"

Juan Sánchez | La casa de la finestra che ridono se estrenó en verano, una fecha poco propicia para una película comercial. Su principal atractivo era que trasladaba el fantástico italiano a un ambiente extraño: a la campiña, la Emilia-Romagna y abandonaba el ambiente gótico”.

Habla Pupi Avati en el Festival Internacional de Cine Clásico de Granada (Retroback) donde ha acudido para presentar una de sus películas más reconocidas, y como apunta con ironía, “dirigida por un señor con quien comparto nombre y apellido y poca cosa más”. El Pupi Avati de 1976 atravesaba uno de los periodos más difíciles de su vida: acababa de superar un gran fracaso cinematográfico y quería hacer una película lo más comercial posible con muy poco presupuesto. La casa de la finestra che ridono se rodó con 150 millones de liras, en cinco semanas y con un equipo técnico de tan sólo 12 personas. Su hermano era el productor y se encargaba de los efectos especiales.

El éxito, gracias al boca a boca, fue rotundo: “Esta película tan pequeña me ha dado grandes satisfacciones, es la película que paga mis billetes aéreos todavía”.

Pupi Avati empezó a dirigir películas en Boloña, la ciudad donde había nacido en 1938. Este estudiante de ciencias políticas y amante del jazz empezó a trabajar en filmes vagamente horroríficos, una mezcla de cine gótico y aires grotescos. Sin embargo, “Tenía problemas con los cineastas boloñeses y me quedó solo, así que me fui a Roma. Allí estuve tres años y la única cosa que me dijo un productor fue 'cámbiate el nombre, porque todos saben quién eres'”.

Después de dos sonados fracasos y que La Bordella fuera secuestrada por obscenidad, el director se presentó en las oficinas de la compañía productora más importante de Italia, Euro International, y preguntó cuál era el presupuesto más bajo con el que se podía hacer un film. Le contestaron 180 millones de liras. “yo les propuse rodar con 150 millones”, explica.

¿Cómo valora ahora La casa de la finestra che ridono? ¿Qué cambiaría?

Prefiero la ambientación porque es coherente con todas las películas que he hecho después. Lo que menos me gusta son las escenas de violencia explícita, que estaban de moda en ese momento. En mi opinión, es el único aspecto que la sitúa en el tiempo en que fue dirigida (bueno eso y un cierto abuso del zoom, tan propio de los 70).
Lo que más aprecio es que no renuncia a su personalidad y no cae en los tópicos del cine de género. Nunca me había planteado la obligación de hacer una escena para asustar a la gente.

¿Qué le sorprendió de la película?

Cuando se ruedan filmes de terror prima una atmósfera de diversión absoluta en el plató. Me sorprendí de que todos se rieran en las escenas de crueldad y asesinatos.

Por otra parte, contrariamente a todos mis colegas empecé a trabajar con grandes presupuestos, hechos con grandes productoras. Tenía a Ugo Tonazzi (actor muy famoso en su época) y todo lo que me hacía falta. La casa de la finestra che ridono fue mi primera película pequeña. Por primera vez advertí cuán cerca estaba la cámara, las luces… y las condiciones psicológicas que iban sugiriendo. Fue muy importante para mi experiencia humana y profesional. Pienso que el cine pobre es un cine profundamente educativo (para el cineasta) y mucho más libre.

¿Puede explicar los símbolos paganos que aparecen en la película?

Soy católico practicante y quiero tener fe, porque no es fácil tenerla. Yo he sido educado en el catolicismo preconciliar y en las fábulas campesinas y las dos tienen en común que dan miedo. O sea que el miedo es un elemento determinante en la formación de mi identidad infantil.

La historia que dio lugar a La casa… tiene mucho que ver con una fábula que oí de niño. Esta fábula contaba la historia de un pequeño cementerio rural donde las tumbas fueron trasladadas. Al exhumar la tumba de un viejo párroco descubrieron que sus restos pertenecían realmente a una mujer. De niño mis tías me asustaban con el fantasma de la prete donna (cura mujer) y me contaban que su espíritu se encontraba todavía en el cementerio. Me lo imaginaba como una araña con voz aullante, ligeramente maquillado, como una especie de travesti. Y claro, por la noche, nos asustaba cada pequeño ruido en la casa de campo.

Después cuando iba a misa, el cura nunca hablaba desde el altar: nos miraba a los ojos y nos amenazaba con un infierno tan espeluznante que Dante, a su lado, era un aficionado. La visión de la Iglesia era aterradora. El terror es muy educativo. Y esa educación me determinó. Por eso, tanto en Zeder, L’arcano incantatore o en La casa…, el cura es una figura negativa. Sin embargo, soy creyente y practicante, por tanto contradictorio.

¿Se ha propuesto hacer o producir un remake?

Hacerla con más medios contribuiría a estropearla. Aunque se lo propuse a John Landis y llegó casi a ser plausible, pero al final no pudo ser.

¿Qué opina del cine europeo?

Conozco muy bien la situación del cine italiano, que ha reducido de modo drástico el número de películas. En 1978 se hicieron 340 películas y ahora sólo son 60. El cine italiano estuvo presente prácticamente en todos los géneros. A partir de 1978, la política de autor eliminó los géneros y ahora nos encontramos en una situación en que los géneros verdaderos son los directores: Nani Moretti, Giuseppe Tornatore, Begnini, etc. Todo director se ha convertido en su propio género, pero ninguno tiene la humildad de arriesgarse a hacer una película de género.

Actualmente se hacen menos filmes pero con más consciencia. No obstante no llegan a abarcar la realidad del país, salvando casos excepcionales como Gomorra. Cada año aparece un filme que lo consigue, pero sólo uno. El cine italiano no tiene conexión con la realidad, sólo con una élite.

Tratar temas políticos en el cine italiano ya no escandaliza, aunque sí se hacen teleseries sobre Berlusconi, Crazzi o Andreotti, y esto te da la medida de lo poco que importa el cine ya.


¿Por qué cree que su obra no ha obtenido reconocimiento?

No me he ocupado de grandes temas sociales. Aparentemente no soy ambicioso. He intentado siempre mostrar la historia de Italia a través del ser humano. Además, tampoco he manifestado nunca una orientación política muy definida.


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