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FICHA TÈCNICA

El último late night

El último late night

director:

Cameron Y Colin Cairnes

año:

2023

nacionalidad:

Australia, Estados Unidos Y Emiratos Árabes Unidos

productores:

estreno en España:

24 de mayo de 2024

93 minutos

El Mal entre frames

La mezcolanza entre cine y televisión se empezó a producir en la década de los años setenta, cuando el séptimo arte dejó los estudios, la magia del cine y empezó a rodar a pie de calle, con cámaras ligeras y poco equipo. Luego la dinámica televisiva proporcionó al cine dos mecanismos perfectos para el engaño: el falso directo y el found footage, el filme encontrado, que tuvieron su punto álgido en el especial de Halloween que Stephen Volk dirigió para la BBC en 1992, 'Ghostwatch', que ocasionó un enorme escándalo en todo el país y que abrió las puertas a productos como 'La bruja de Blair' o 'Paranormal Activity', además de ser el referente inevitable del filme que nos ocupa.

Marta Torres | No es extraño entonces que los hermanos Cameron y Colin Cairnes hayan puesto su mirada en los años setenta para recrear un late show de la época en El último late night (2023), una película sobre la lucha por la audiencia y el ego de los presentadores en Estados Unidos que se presenta como un found footage, los restos de un programa que se emitió en directo la noche de Halloween de 1977 y que naufragó a causa de una niña endemoniada y otros sucesos paranormales.

Otra razón para situar la historia a finales de los setenta es el triunfo absoluto de lo paranormal en la cultura de la época. No solo resonaba aún el éxito de La semilla del diablo (1968) o El exorcista (1973), sino que revistas, libros y ondas hertzianas respondieron con una inusitada fiebre por la parapsicología que todavía se puede detectar hoy en día en la más sutil radiación de fondo del periodismo del misterio. A todo esto, hay que sumar el aliciente de su arrebatadora estética: la psicodelia, que influye tanto en el montaje televisivo como en la ropa y la música.

El último late night
aprovecha muy bien todas estas bazas, a lo que suma un excelente guion que juega a pervertir el ritmo televisivo con pausas, reportajes e incluso repeticiones de lo ya emitido en cámara lenta o frame a frame (ya volveremos sobre eso), y sobre todo, la más que buena interpretación de David Dastmalchian en el papel de un presentador venido a menos (Jack Delroy) y hundido tras la muerte de su esposa, que quiere volver a la palestra por la puerta grande. La excelente interpretación de Dastmalchian en la piel de un conductor deliciosamente egocéntrico es el pilar que sostiene la delicada estructura de esta doble pirueta. Del programa ficticio Night Owls con Jack Delroy (¿una referencia a Soavi?) y del entretenido banquete de referencias que es la película que nos ocupa y que resuena a Polanski (La semilla del Diablo), Lumet (Network, un mundo implacable), Cronenberg (Scanners) o Antonioni (Blow-up, deseo de una mañana de verano), pero también a la Iglesia Satánica de Anton LaVey, mentalistas como Uri Geller o el matrimonio de los Warren y su casa encantada de Amityville. El formato televisivo, el más bastardo de todos, permite esta mezcla entre lo popular, lo bizarro y el cine de culto. De esta forma, un mentalista nos hipnotiza en directo, al público del programa, pero también al público “real” de la película, mientras los monstruos de un circo de las vanidades y un demonio real miran fijamente a cámara y el presentador pide que rebobinen lo emitido en directo para descubrir el Mal entre los frames de su late night, una de las ideas más inspiradoras de la película y la que creo, resume mejor su espíritu. La televisión es una substancia perfecta para dar forma a los pecados preferidos de los productores (la codicia) y de los espectadores (la gula).


Artículo publicado el 25 de mayo de 2024

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