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FICHA TÈCNICA

Babygirl

Babygirl

director:

Halina Reijn

año:

2024

nacionalidad:

Estados Unidos

productores:

estreno en España:

17 de enero de 2025

114 minutos

Sin consecuencias

Marta Torres | En un momento de la película Babygirl, el personaje al que interpreta Nicole Kidman (Romy) le dice a su marido, un apacible director de teatro, que sus fantasías sexuales necesitan de un peligro real para verse satisfechas. No hay orgasmo sin riesgo, podríamos decir. La frase sirve también para valorar este filme dirigido por la neerlandesa Halina Reijn sobre una relación sadomasoquista entre la exitosa directora ejecutiva de una empresa robótica y un joven becario. Más allá de la supuestamente escandalosa premisa, Babygirl no deja de ser una fantasía sin consecuencias de una burguesa acomodada ya entrada en años. Interpretada, eso sí, con convicción y sin cortapisas, por una Nicole Kidman dispuesta a elevar el producto por encima de sus posibilidades reales.

No es la primera vez que Halina Reijn, que es directora, productora y guionista de la película, nos muestra este tipo de obsesión por el peligro. En su primer filme Instinct, de 2019, una terapeuta de prisiones se obsesionaba con un violento violador en serie. Ahora es una ejecutiva la que sueña con verse sometida por un apuesto aunque algo plano Harris Dickinson, con pinta de querer convertirse en el próximo gurú de Silicon Valley. El filme está formulado como un juguete sin consecuencias, aunque incorpora todos los estilemas del género del thriller erótico. La sofisticación visual de De Palma, el juego morboso de Verhoeven (el vaso de leche que bebe Kidman) pero sobretodo, el espíritu de los filmes más enrevesados y esperpénticos de los años noventa, como Juegos salvajes (1998), o incluso clásicos como Atracción fatal (1987), de Adrian Lyne, con el que mantiene una extraña relación especular. Igual que en la película de Lyne y a diferencia de la mayor parte de los filmes del subgénero, el protagonista de la historia es el deseo de la mujer y no el del hombre, pero en Babygirl este no suscita un rechazo frontal, como sí ocurre en Atracción fatal, sino más bien una ambigua reacción de miedo y curiosidad.

En Babygirl no hay femme fatale, no hay -apantemente- ningún sórdido plan ni trama criminal que justifique la exposición de la sexualidad de la protagonista. Una decisión valiente si además consideramos que sí emplea los mecanismos del thriller como una manera de sugerir peligro y aumentar el sex appeal de la historia. El mecanismo es similar al que utilizó Stanley Kubrick en Eyes Wide Shut, también un filme que empleaba el erotismo para dinamitar el matrimonio y la sociedad, para desmontar acto seguido su poder liberador. Como en Eyes Wide Shut, en Babygirl el motor de la acción es una mujer que la cámara enfoca en una obsesiva primera persona (la misma Kidman con algunas décadas de diferencia). Sin embargo, más allá de este primer plano, el fondo de la historia es gris y deslucido: no hay ningún actor que pueda dar réplica a Kidman. Ni el actor protagonista, como ya hemos dicho, plano y sin vida, ni el marido, un Banderas desconocido. El único posible chispazo de peligro es el que proyecta su ayudante Esme, una joven con ambiciones que hace resonar la frase de Glenn Close en Amistades peligrosas ("Cuando una mujer ataca al corazón de otra, rara vez falla. Y la herida es invariablemente mortal".), pero que apenas se esboza y acaba por ser, como todo en la película, una amenaza sin consecuencias.


Artículo publicado el 17 de enero de 2025

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