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film malade

publicado el 13 de abril de 2011

Lolitas y sueños caleidoscópicos


Es difícil predecir cuanto de cinematográficamente perdurable hay en las películas de Zack Snyder, qué aporta de nuevo, de revolucionario o de excepcional con una obra parapetada en la inflexión estética y en un hiperbólico manejo de un lenguaje selectivamente heredado del cómic o el videojuego. Quizá la respuesta esté en como esa desmedida condensación de elementos estéticos e iconográficos está al servicio del filme, de la historia y, en buena medida, es garante para que el espectador tenga la certeza de que asumir el hedonismo creativo de Snyder no debe resultar vergonzante si sus intenciones son honestas. Dicho esto, y respecto a su obra, vaya de antemano que dentro su filmografía hay una cinta que detesto, precisamente, por no ajustarse a esa idea de honestidad y equilibrio. Me refiero a la vacía, petulante y prescindible 300 (2007), un filme inorgánico, de una inoperancia espectral, que parapeta sus miserias en una tiranía de lo infográfico poco menos que indigesta.

Lluís Rueda | En esa línea, tras la alimenticia pero sugerente Ga'Hoole. La Leyenda de los Guardianes (Legend of the Guardians: The owls of Ga'Hoole, 2010), y con la espléndida Watchmen (Id., 2009) como punto de inflexión, hablar de Sucker Punch (Id., 2011) es hablar de un esfuerzo por parte del director por ajustar narrativa, estética y transgresión. El filme, un cuento infantil aderezado de erotismo, nihilismo pre-púber y elementos estéticos altamente adictivos, porfía su estructura a la veleidad de lo pesadillesco y la omnipresencia de lo sureal y simbólico. Cierto, su trama quebradiza y voluntariamente almidonada, a priori, no invita a pensar en Sucker Punch como incuestionable cima de lo cinematográfico, pero sin embargo, cabe reflexionar sobre el rotundo fracaso de público que ha obtenido un filme que propone una revolución estética y semántica más que cercana, diría, inspirada en la obra del director japonés Satoshi Kon [1]. En especial, directamente heredera de dos filmes magníficos y rompedores como Perfect blue (Pāfekuto Burū, 1997) y Millenium actress (Sennen Joyū, 2001). Algunos sectores han querido proyectar en Sucker Punch la enésima imitación del folletín Kill Bill (2003-2004), tan clásico y lineal como irresistible, pero todo y existir paralelismos en la concepción anime y pop de ambos filmes, lo que propone Snyder en su última entrega parte de una naturaleza más underground y una comcepción más sesuda (citar a Quentin Tarantino sería pertinente pero, dado el caso, reduccionista). Más tarde iremos con Satoshi Kon, la verdadera fuente de inspiración de la que sin duda es la más estimulante película hasta la fecha de Zack Snyder.

La mirada de espectador vago, que se acomoda en la familiaridad de cierta iconografía y reparte autorías con dogmas dudosos parece ser muy extendida. Desde luego que en Sucker Punch uno puede ver ecos al manga 'Azumi' de Yū Koyama, a la película Molin Rouge (Id. ,2001, Baz Luhrmann) o a aquel video de Lady Gaga dirigido por Nick Knight y Haus of Gaga, pero eso no debe ensombrecer o relativizar el riesgo que conlleva desactivar la mecánica de la narrativa cinematográfica habitual para rastrear en las cámaras secretas de todo relato psicológico o thriller que se tercie. Bién, en esa tesitura propuestas como Shutter Island (Id., 2010) de Martin Scorsese o The Ward (2010) de Jonh Carpenter en que la mente quebradiza y enferma del protagonista somete la coherencia del relato no siempre son del agrado popular (fíjense que eludido citar a David Lynch). En Sucker Punch, Zack Snyder nos propone desmontar una falsa realidad o, lo que es lo mismo, crear una fantasía lúdica y vibrante que nace de un relato poco interesante y tópico. Antes les he citado Millenium actress, si recuerdan su mecánica es harto similar, la recreación de la vida de una actriz a través de unos personajes de ficción que se han apoderado de cualquier conato de realidad, espejos deformantes, deseos reprimidos, evasión de una realidad zafia o intrascendente. Zack Snyder propone con desigual acierto desvirgar los detritus de nuestra atención y nos invita a desembarazarnos de una linealidad que, repito, puede albergar la naturaleza de un filme pero no debiera someter sistemáticamente nuestra mirada y nuestra capacidad de abstracción.

Como hiciera en los excepcionales títulos de crédito de Watchmen, el realizador propone en Sucker Punch dejarnos en el punto de la historia que más le interesa condensando a modo de prólogo el devenir de la protagonista, Babydoll, mediante un videoclip con versión 'sofocante' de Sweet dreams de Eurythmics a todo trapo. Ecos a Chris Cunningam para dejarnos hipnotizar mediante un básamo de relentíes y paladear el trágico devenir de la adolescente protagonista: una ninfa que en el intento por salvar a su hermana pequeña de los abusos sexuales de un siniestro padrastro acaba enfrentada a este. En la refriega, la hermana pequeña es alcanzada por un disparo y el padrastro decide internar a Babydoll en un tétrico sanatorio mental donde en cuestión de horas será sometida a una lobotomía. Este relato nos lleva unos pocos minutos y la economía, aunque preñada de subrayados y una catarsis escénica grandilocuente, resulta de lo más conveniente. Otro apunte intereasante es el que la actriz de Emily Browning sea la escogida para resistir estoicamente a los reveses de un ogro homicida si tenemos en cuenta que fue la misma actriz que cuidó de su familia en la fenomenal sátira gótica Una serie de catastróficas desdichas de Lemony Snicket (Lemony Snicket's A series of unfortunate events, 2004) de Brad Silberling . A buen seguro ese extremo no es anecdótico en el conjunto del libreto de Zack Snyder y Steve Shibuya.

Con Babydoll dispuesta a fugarse del hospital mental arranca una filme servido en tres niveles de interpretación de la 'realidad' y en que la mente maltrecha de la protagonista nos guía en su huída de ratonera. En ese transito, e idealizando o trivializando sus roles según la profunidad del relato, Babydoll pronto reunirá un equipo de traviesas lolitas dispuestas a dejarse la dignidad para alcanzar la libertad. La rebelde Rocket (Jena Malone), la astuta Blondie (Vanessa Hudgens), la leal Amber (Jamie Chung) y la reacia Sweet Pea (Abbie Cornish) serán algunas de las piezas claves para conformar la odisea íntima de Baby doll.

Se hace evidente que el primer plano del relato carcelario interesa relativamente poco a Zack Snyder y ya en la práctica primera toma de contacto de Babydoll con las internas, la naturaleza del filme se transfroma y lo que fuere un hospital mental se convierte en un club de alterne clandestino en el que las chicas sobreviven bailando y ejerciendo la prostitución. En esta nueva realidad, con el celador Oscar Issac convertido en el proxeneta Blue y la terapeuta Carla Gugino (espléndida) convertida en Madam Gorski comienza un nuevo filme, si me permiten, más prometedor. ¿Lo captan? Viene a ser como si el director de Crepúsculo hubiera convertido a sus níveos protagonistas en chaperos de porcelana.En esta nueva y picante realidad , si me permiten, y con nuestras heroínas convertidas en fulanillas con encages (y ecos al fenómeno Gothloli), comenzará a entretejerse un plan de fuga tan inestable como la mente de Babydoll. Para robar los objetos necesarios en la huida (a la manera de un arcade popular) Babydoll deberá sugestionar al respetable mediante un baile erótico que hemos de imaginar, pues Snyder nos lo transmuta en una pieza de aventuras cargada de adrenalina (una de las ideas más brillantes del filme). Los espectadores asistimos a los bailes de la pequeña ninfa como si ingiriéramos un alucinógeno; duelos a espada contra monstruosos samurais, una batalla steampunk con zepelines y zombies nazis que se dirían inspirados en los oscuros soldados de Jin Roh - La brigada de los lobos (Jin Roh,1999) de Hiroyuki Okiura o un trepidante asalto a un tren con aromas a Fantasmas de Marte (Ghosts of Mars, 2001) de John Carpenter son algunas de las hipnóticas delicias que nos proporciona Snyder. La idea es sencilla: concentrar el relato en un común denominador de fantasía onírica y relegar el elemento de suspense a nuestra interpretación de lo metafórico (en Sucker Punch se nos invita a contribuir como espectadores a la idea de interfaz). La herramienta de la realidad que subyace en el primer nivel, el del poco glamuroso y tosco hospital psiquiátrico, es tan intrascendente como la fantasmal identidad de Mima Kirigoe, protagonista de Perfect Blue. Recordemos que Mima tras mutar su identidad de Idol musical a actriz decide volver a sus orígenes a través de la recreación de un fan de mente perturbada. El tránsito de la pubertad a la madurez solo puede revertirse hacia la sombra o la locura. La red en este caso, o cierta conciencia de realidad paralela e intangible, es parte fundamental del argumento y, como en Sucker Punch, asistimos a la descripción de la aventura (no estrictamente física) de una adolescente en tránsito carnal, una idea sugerente o trepidante que anida en los cuentos tradicionales y que raramente se expone con acierto. Bien, se me ocurre citar En compañía de lobos (The Company of Wolves, 1984) de Neil Jordan como ejemplo de lo contrario.

Hemos de insistir, Sucker Punch es un producto atomizado por cierta insubmisión oriental en lo creativo, su naturaleza es plenamente new pop y su estructura obedece a los códigos psudoanárquicos del anime más metafísico. En clara simbiosis entre entronización de lo iconográfico y la operística de la especulación formal, Zack Snyder, ahora sí, recicla con acierto lugares comunes del anime introduciendo guiños y elementos que nos sitúan en el terreno etéreo del tecnoanimismo. Babydoll es un claro exponente de la polimórfica identidad del adolescente cuyo credo es tan indeterminado como el limbo que existe entre el aislacionismo voluntario al que contribuyen la red y la mitomanía y el encaje de todo ello en una mente en perpétua fuga de la realidad. Por ello el filme de Zack Snyder, entiendo, conecta a la perfección con toda una generación de jóvenes que en mayor o menor medida se identifican con el apagado voluntario (de la realidad, se entiende) de Babydoll.

Vean esta definición ilustrativa respecto a Millenium actress, perdonen que insita en Satoshi Kon, de Angel Sala para un espléndido artículo del libro 'El Cine de Animación Japonés' [2]:
“ (...)Millenium Actress rompía la barrera entre el mito y la vida, entre realidad y sueño gracias a un conducto emocional (la búsqueda del amor perdido) que siempre circulaba por delante de los acontecimientos y los precipitaba hasta un final ficticio o no, donde la protagonista se perdía en un espacio sin límites, como si fuera a convertirse en la fantasmagórica sombra mil y una veces rememorada por el ordenador enloquecido de Magnetic Rose....”

Zack Snyder amplifica su aventura preñándola de un barroquismo delicioso que se nutre de la sagas y películas como Evangelion, Azumi o X. La Película, en general del anime cinematográfico japonés pero también del kaijo eiga, la heroic fantasy, el hentai y a nivel europeo, de cierta tradición del cómic de ciencia ficción que tiene su puntal en la revista Metal Hurlant.

Sucker Punch, como Origen (Inception, 2010) de Christopher Nolan, destrona de nuestras retinas cierta permeabilidad imperante en el cine de occidente y nos acerca a registros más excitantes, historias deformadas por la ingravidad que atisbamos en las costuras de los guiones y para-relatos que ya cultivaron maestros del cine orgánico como David Cronenberg, David Lynch. Cuesta digerir que un producto tan bastardo y alineado con el inconformismo haya sido sistemáticamente ninguneado por público y crítica. Las razones de nuestras sumisiones ideológicas, estéticas y alegóricas son tan veleidosas y siniestras como los jirones de una narración deconstruida.
Rocket, Blondie, Amber, Sweet Pea y Babydoll ya forman parte de una irresistible colección de muñequitas traviesas... Es fácil y casi sitemático soñar con sus aventuras y travesuras.

  • [1].Satoshi Kon (Kon Satoshi) (Kushiro, Hokkaidō, Japón, 12 de octubre de 1963 - 24 de agosto de 2010) fue un reconocido director de películas de anime como Perfect Blue (1997), Millennium Actress (2001), Tokyo Godfathers (2003) y Paprika (2006), así como de la serie de televisión Paranoia Agent (2004). Todos sus trabajos como director fueron realizados por el estudio MADHOUSE, donde dirigió un equipo de trabajo junto con Rintaro y Yoshiaki Kawajiri. Sus filmes se caracterizan por la complejidad psicológica, personajes realistas, los diseños de escenarios y la mezcla de la realidad y los sueños.

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  • [2]. 'Satoshi Kon o el anime como interfaz'. Ángel Sala (pag 317). Cine de Animación Japonés. Edita. Semana de Cine Fantástico y de Terror de san Sebastián.

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    FICHA TÉCNICA

    Titulo: Sucker Punch. Titulo Original: Sucker Punch. Año De Produccion: 2011. Estreno en España: 25/03/2011.País: Estados Unidos. Reparto: Emily Browning, Vanessa Hudgens, Abbie Cornish, Jamie Chung, Jena Malone, Carla Gugino, Jon Hamm, Oscar Isaac, Scott Glenn. Director: Zack Snyder. Productores: Cruel & Unusual Films, Warner Bros. Pictures


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