boto

film malade

publicado el 10 de noviembre de 2004

La poética de lo extremo

¿Experimento narrativo o tomadura de pelo? ¿Fábula despiadada o ingenuo cuento moralista? ¿Rompedor filme de horror o gratuito ensayo sociopolítico? ¿Obra maestra o engendro? Todas estas dicotomías (y algunas más) se plantean en la mente del espectador incauto tras visionar una de las películas más controvertidas de todos los tiempos: ‘La posesión’ (‘Possession’, 1981), del anárquico director franco-polaco Andrzej Zulawski: un personal y bizarro filme de horror narrado con la (cruel) intención de noquear a la audiencia. En su momento, todo lo relacionado con este filme fue un verdadero enigma (sus objetivos, su trama, su sentido oculto). Pues bien, casi 25 años después, el enigma sigue intacto. Desde Judex intentaremos esclarecer las oscuras aristas de una obra demencial que genera tanto atractivo como aversión.

Juan Carlos Matilla | Zulawski es un autor que ha hecho de la defensa de la desmesura su máxima aspiración artística. Sus filmes son un puro frenesí visual, un alegato contra las convenciones, el psicologismo de los relatos tradicionales, los lugares comunes del cine, el tratamiento transparente de la puesta en escena y, en general, contra cualquier tipo de establishment que se le antoje. Su cine es una estética del delirio y la amplificación, y sus principales obsesiones (la muerte, la locura, la violencia, el amor visto como un estado alterado de la percepción) son retorcidas por una puesta en escena asfixiante, llena de continuas rupturas de tono, estructuras quebradizas, movimientos de cámara anarrativos y confusos y un uso perverso de las citas y guiños a otros autores (Zulawski nunca imita sino que transforma de forma perversa la obra de otros autores con los que puede sentir afinidad, desde Alfred Hitchcock a David Lynch). Al igual que otros francotiradores trastornados como Kenneth Anger, Ken Russell, Dusan Makavejev o Alejandro Jodorowsky, Zulawski contempla el cine como un medio expresivo que debe perturbar al espectador mediante el uso de recursos tremendamente explícitos y para nada sugerentes.

Zulawski es un autor que ha hecho de la defensa de la desmesura su máxima aspiración artística. Sus filmes son un puro frenesí visual, un alegato contra las convenciones, el psicologismo de los relatos tradicionales, los lugares comunes del cine, el tratamiento transparente de la puesta en escena y, en general, contra cualquier tipo de establishment que se le antoje.

Nacido en 1940 en la localidad ucraniana de Lvov, la infancia de Zulawski quedó marcada por la violencia y la guerra debido a la ocupación de Ucrania por parte de las tropas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial. Tras el final del conflicto, se trasladó junto a su familia a Varsovia, una ciudad asolada por la guerra, cuyo triste paisaje le marcó profundamente [1]. En 1957, viajó a París donde estudió dirección cinematográfica durante dos años en la prestigiosa IDHEC. A su vuelta a Polonia, se convirtió en ayudante de Andrzej Wajda en varios de sus largometrajes. En 1967 Zulawski dirigió sus primeros cortos: La canción de un amor triunfante y Pavoncello. Sus tensas relaciones con la censura del régimen polaco, que malogró la carrera comercial de su primer filme La tercera parte de la noche (Trzecia czesc nocy, 1971), provocaron su exilio "artístico" en Francia donde dirigió sus obras más apreciadas: el turbio melodrama Lo importante es amar (L’important c'est d'aimer, 1975), La posesión (1981) o La mujer pública (La femme publique, 1984). En 1985 inició su relación artística (y sentimental) con la actriz Sophie Marceu, quien protagonizó sus siguientes filmes: Amor loco (L’amour braque, 1985), Mis noches son más bellas que tus días (Mes nuits sont plus belles que vos jours, 1989), La note bleue (1991) y La fidelidad (La fidélité, 1999). Verdadero enfant terrible del cine francés durante toda la década de 1980 (casi un padre espiritual de cineastas como Leos Carax, con quien guarda más de un punto en común), su presencia e importancia en el panorama internacional fue palideciendo progresivamente durante de la década de 1990, lo que le ha relegado a una difícil situación en la actualidad: su cine ha dejado de ser influyente (aunque hayan muchos cineastas actuales que lo citan como Kim Ki-duk) y sus filmes han caído en el olvido (aunque Lo importante es amar sea una obra de referencia para muchos fans del melodrama). Desagravios al margen, lo cierto es que resulta muy común en este tipo de cineastas que juegan abiertamente con lo barroco (como Peter Greenaway o Derek Jarman) que sufran continuas variaciones en el reconocimiento crítico de sus filmes.

Similar en planteamiento a Cromosoma 3 (The Brood, 1979), una de las mejores obras de David Cronenberg, La posesión se puede leer, al igual que el filme de Cronenberg, como un alegato en contra del matrimonio o, mejor dicho, como una aproximación en clave terrorífica a las ansiedades producidas por las relaciones amorosas.

Narrada con su estilo característico (interpretación histriónica de los actores, continuas rupturas de tono, ausencia de clímax, paroxismo formal y uso de grandes angulares deformantes), el filme de Zulawski narra la extraña relación que se establece entre el matrimonio formado por Anna (Isabelle Adjani) y Mark (Sam Neill). Tras el regreso del marido al hogar después de una larga ausencia, éste descubre que su mujer le es infiel, revelación que lo abocará a la obsesión por descubrir la identidad del amante. Lo que Mark desconoce es la verdadera naturaleza de este singular triángulo, ya que el enigmático amante es en realidad una criatura sanguinolenta, deforme y llena de tentáculos (una sensacional creación del gran diseñador italiano Carlo Rambaldi, artífice de entrañables "monstruos" como Alien, E.T. o el King Kong de De Laurentis) que ha sido concebida por la propia Anna, la cual, poseída por el engendro, comenzará a cometer asesinatos para nutrir a su vástago.

Similar en planteamiento a Cromosoma 3 (The Brood, 1979), una de las mejores obras de David Cronenberg, La posesión se puede leer, al igual que el filme de Cronenberg, como un alegato en contra del matrimonio o, mejor dicho, como una aproximación en clave terrorífica a las ansiedades producidas por las relaciones amorosas. Si en Cromosoma 3, la neurosis de una paciente que no podía superar su divorcio provocaba una serie de alteraciones genéticas (que derivaban en la concepción de las criaturas asesinas que protagonizaban el filme), en La posesión, la enajenación de Anna, producida por su inestabilidad emocional y matrimonial, genera el nacimiento del monstruo, casi un símil del estado de zozobra emocional de la protagonista. Otras lecturas del filme apuntan hacia una raíz de índole sociopolítica: el hecho que la criatura "mute" en un clon del marido, se pude leer como una denuncia de la alienación y la despersonalización del ser humano en el mundo actual, y sobre todo, relacionado con el declive de las antiguas formas de sociedad (el filme está ambientado en un Berlín pre-caída del muro, completamente desolado y vacío). Zulawski parece decirnos que nuestra concepción incivilizada de los principales estamentos del ser humano (familia, sociedad, política) sólo puede generar monstruos, que son el vivo reflejo de nuestras fobias y ansiedades. Esta visión terriblemente pesimista del mundo se hace más evidente en la secuencia final de La posesión, en la que el hijo del matrimonio se sumerge aterrorizado en una bañera mientras un extraño resplandor, similar al de una detonación atómica, inunda la estancia ante los gritos estremecedores de Helen, la profesora del muchacho. Ante tal catálogo de atrocidades sobre el futuro de la humanidad, no resulta extraño que Zulawski quisiera finalizar su relato con la llegada del Apocalipsis [2].

La posesión dista mucho de ser una maestra del género de horror. Además tengo serias dudas sobre si debo considerarla una obra notable. La imposible construcción de su entramado formal (basado en los materiales más peligrosos que se puedan concebir: desenfreno visual, manierismo vacuo, existencialismo llevado a la caricatura) impide que este filme sea valorado sin un mínimo de desconfianza (la sombra de la boutade es alargada). Pero lo que es innegable (y de ahí que aparezca en nuestra sección Filme Malade) es que estamos ante uno de los filmes más malditos e incomprendidos de la historia: hipnótico, perturbador y tremebundo, su carácter de obra outsider y el escándalo que provocó en su momento, son elementos suficientes para ganarse la atención de nuestro fanzine. De hecho, el poder de impacto del filme sigue intacto hoy día, aunque, a diferencia de otros filmes de culto que provocaron asombro en su época (de Eraserhead a Crash), su capacidad desasosegante no ha ido de la mano de una vindicación de su calidad artística. Desafiante sí y admirable también por su valentía conceptual, pero dudosa en su extrema poética visual. En definitiva, esta (última) dicotomía es la que resume a la perfección la obra de Andrzej Zulawski.

  • [1] Parte de sus recuerdos de esa época son rememorados por el propio director en el documental Andrzej Zulawski, filmado por el francés Philippe Fréling en 2001 para la serie de retratos de cineastas franceses titulada Tour d’horizon du cinéma français.

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  • [2] Para todos los que puedan estar interesados en las múltiples lecturas del filme les invito a que lean los jugoso comentarios del crítico Richard Scheib, es especial el que se recoge en la web: http://www.moria.co.nz/fantasy/possession81.htm.

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