publicado el 31 de octubre de 2013
Hoy es noche de difuntos y como siempre por estas fechas empieza la pelea de los defensores de la fiesta tradicional de su país y los partidarios de la fiesta más lúdica, de disfraces, caramelos y ocasionales asesinos en serie, que Estados Unidos nos ha vendido bajo el nombre de Halloween. Lo cierto es que la discusión es absurda, puesto que ambas son esencialmente la misma fiesta y proceden de una antigua tradición pagana europea que asociaba el cambio de estación y el fin de las cosechas de verano con una época difusa y fronteriza en la que la distancia entre éste mundo y el mundo de los muertos se hacía borrosa, casi invisible. Esto era aprovechado por los difuntos, que volvían a casa a reclamar lo que antiguamente fue suyo.
Es curioso constatar que, según casi todas las tradiciones, esta vuelta de los seres queridos al hogar no era muy bien recibida por los vivos, y que, como en el caso de Crimen en la noche (Bob Clark) o el relato de terror La pata de mono (W. W. Jacobs, 1902), más bien era motivo de horror. Para alejarlos y tenerlos contentos, los familiares les hacían ofrendas en forma de comida, que aún hoy en día perviven en los altares mexicanos a los difuntos o en los dulces típicos de estas fechas. La típica escena de Halloween, el truco o trato de los niños en los portales de las casas estadounidenses, no deja de ser una puesta al día de este trato entre muertos y vivos: “tú me das caramelos y yo te dejo tranquilo”.
Así que no sientan punzadas de culpabilidad si les han invitado hoy a una fiesta de disfraces, sólo están poniendo al día una costumbre de hace más de 2.000 años que se ha celebrado de todas las formas posibles pero que siempre ha sido en esencia un trato entre vivos y muertos.
El año anterior quisimos celebrar la Noche de Halloween con una selección de filmes satánicos europeos que se puede consultar aquí. Este año hemos optado por propuestas más exóticas, puesto que todas las culturas honran y temen a sus muertos, sobre todo los que regresan.
Empezamos el viaje con Japón, país que honra a sus difuntos en verano con una fiesta alegre que incluye farolillos, comida y bailes (O-Bon). De Japón también es The lady vampire de Nobuo Nakagawa, una producción de 1959 que es una mezcla imposible entre la idiosincrasia nipona y las producciones de la Hammer.
Ahora nos desplazamos a Turquia. Considerada perdida durante muchos años y finalmente recuperada, Drakula Istanbul’da es la tercera adaptación cinematográfica conocida de la novela "Drácula" de Bram Stoker. El cambio que más puede llamar la atención respecto al original de Stoker y a las anteriores y posteriores adaptaciones del texto reside en la ambientación de la trama en un país islámico
En esta lista no podía faltar México, lugar de celebración de una de las fiestas más coloristas e interesante en honor a los difuntos. Ya desde los mismos títulos de crédito, la película atrapa por completo el interés de los espectadores: Méndez filma estilizados travellings por las estancias ahora sucias y abandonadas de lo que un día fue el Asilo y Sanatorio de Las Mercedes mientras una voz en off nos invita a introducirnos en el más allá
Nang Nak ('señorita Nak' en tailandés) es la enésima adaptación –existe incluso una ópera– de la leyenda más popular de Tailandia. La leyenda que narra el filme es la historia de Mae Nak Phra Khanong, una joven que vivió en el Bangkok del siglo XIX y que murió en el momento del parto mientras su marido, que era soldado, estaba ausente. De acuerdo con la tradición popular de Tailandia, las mujeres que mueren embarazadas se convierten en un poderoso espíritu muy parecido al vampiro de tradición europea.