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film malade

publicado el 12 de febrero de 2008

Naturaleza Mortal

Marta Torres | El territorio de la bestia (Rogue) es el segundo largometraje del realizador australiano Greg McLean, que sorprendió por la fuerza y la sequedad de su primer trabajo, Wolf Creek, y que ahora nos presenta un filme de supervivencia con monstruo incluido, un enorme cocodrilo acostumbrado a la carne humana [1]. A diferencia de Wolf Creek, el filme que ahora se estrena pierde algo de la escalofriante intensidad de su primera película a favor de una historia y unas formas más convencionales, y más comerciales, pero no menos poderosas. El territorio de la bestia (Rogue) es una Monster Movie que bebe directamente de filmes clásicos del subgénero, como Tiburón o Alien, de los que el director australiano se declara abiertamente un fan incondicional, por lo que, lejos de esconder su filiación, la película empieza con un claro homenaje al escualo de Spielberg apenas empezados los títulos de crédito.

Sin embargo, considerar Rogue como una evolución del retrato seco y nihilista que McLean hace de la violencia hacia formas más domesticadas del terror es una falsa conclusión que parte de una premisa errónea: Rogue fue en realidad el primer guión escrito por el realizador y guionista australiano: un proyecto personal que no pudo realizar en su momento y que ahora, a rebufo del éxito de Wolf Creek, se ha convertido por fin en celuloide. A pesar de las muchas ofertas que el director había recibido de Hollywood (la mayoría remakes o segundas y terceras partes de éxitos comerciales), el realizador ha optado por llevar a la pantalla una producción propia y de dimensiones manejables, aunque de presupuesto más holgado que su primer filme gracias a la implicación de productoras más o menos importantes como Village Roadshow Pictures (Soy Leyenda) y The Wenstein Company (Halloween, Grindhouse).

El argumento del filme no deja de ser el típico de un juego de supervivencia: un viaje turístico a lo más profundo de la tierra de 'Cocodrilo Dundee' termina convirtiéndose en una mortal partida de ajedrez entre un grupo de personas atrapadas en el río y un cazador paciente y cruel que las acecha. A pesar de que se trata de un filme más digerible que su predecesor, en el que el director llevaba la amenaza de la violencia hasta límites casi insoportables, Rogue traspasa los límites del cine comercial sobre monstruos gracias a la manera en que McLean utiliza el paisaje y gestiona la tensión que nos provoca. De esta forma, la pequeña embarcación de recreo que lleva a los turistas al interior de la selva parece minúscula en comparación con la imponente garganta del río, que se nos muestra mediante el uso de majestuosos planos aéreos, mientras que los lentos travellings que acompañan al barco en su travesía tienen la amenazadora insistencia de un cazador al acecho. Precisamente toda la primera parte del filme, en la que el cocodrilo aún no aparece, está construida mediante símbolos funestos y signos casi mágicos de alarma. Así debe leerse el lento internarse en la selva, las aguas opacas, la pintura rupestre en la roca que representa un gigantesco cocodrilo, las crecientes tensiones entre los pasajeros del barco y las historias, medio en broma, medio en serio, acerca de la voracidad de los reptiles. Tal y como ya sucedía en Woolf Creek, y como ya habían hecho otros realizadores de las Antípodas como Peter Weir en Picnic en Hanging Rock o en La última ola, la naturaleza se convierte en Rogue en portavoz de un mensaje ominoso y en una amenaza tangible para el frágil grupo humano (turistas equipados con cámaras de fotos, básicamente) que osa enfrentársele.

En Rogue, McLean convierte un argumento más que trillado en una historia tenebrosa a raíz de un particular tratamiento del paisaje, casi un protagonista más de la película, y de un magistral dominio de la tensión, constante en todo el filme. El resultado es un filme sobre el horror que nos provoca la naturaleza salvaje, sorprendentemente serio, tenso y desasosegante.

  • 1. Los cocodrilos australianos viven en las cálidas y tropicales tierras del norte del continente. Existen dos tipos de cocodrilos: los Johnsons, o cocodrilos de agua dulce y los estuarinos, o cocodrilos de agua salada. Los primeros miden unos tres metros de longitud y no atacan si no son provocados, los segundos pueden llegar a medir más del doble y atacan siempre. Aunque nos encontremos río arriba, hay que extremar las precauciones ya que suelen vagabundear lejos de los estuarios marinos. Naturalmente, el cocodrilo de Rogue pertenece a estos últimos. Los ataques de cocodrilos son muy habituales en el norte de Australia, aunque no lo son tanto las muertes provocadas por ellos. Sus víctimas suelen ser excursionistas que acampan demasiado cerca del río o bañistas.


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